Cabecera de la manifestación por el clima del 25 de enero de 2019 en Berlín.LEONHARD LENZ / WIKIMEDIA COMMONS
Reproducimos aquí el artículo de Rubén García Cabrera, de la asociación universitaria la ecoaldea, publicado en CTX.ES
» mientras el movimiento estudiantil por el clima avanza hacia una coordinación internacional, en la Universidad Complutense de Madrid (UCM) han arrancado estos días las jornadas UCM 2030. Diálogos Ecosociales, un amplio ciclo de conferencias de gran relevancia que reúne a algunas de las voces críticas del mundo académico, activista y político para pensar con las luces largas»
El catedrático emérito de la Universidad de Barcelona, Joaquim Sempere, en esta entrevista publicada en Mientras Tanto con motivo de la publicación de su libro «Las cenizas de Prometeo. Transición energética y socialismo (Pasado y presente)», reflexiona sobre la excepcional situación que afronta la humanidad con gran lucidez y analiza las condiciones en las que se puede producir el cambio de mentalidad que reconciele al ser humano con la naturaleza. Reproducimos este extracto e invitamos a leer, debatir y compartir la entrevista completa:
» El panorama es muy negro y la situación no tiene precedentes. Defender los intereses y las condiciones de vida de los desfavorecidos en escenarios previsibles de mayor escasez resulta muy difícil. Mientras hubo posibilidad de crecimiento, es decir, de arrancar al planeta más recursos, la esperanza de mejorar de los de abajo parecía compatible con el aumento de los beneficios de los de arriba. No era difícil un consenso interclasista. Esto parece haber terminado con la crisis de 2007, y parece anunciarse un aumento de la conflictividad social. Las clases populares están desarmadas por el fracaso histórico de los experimentos “comunistas” del siglo XX y han interiorizado que “no hay alternativa”. Habrá que reconstruir un programa viable y atractivo que no prometa lo imposible –continuar con el actual consumismo depredador— sino un bienestar frugal que respete la biosfera en un marco de mayor igualdad social»
Es importante lograrlo. No solo porque las huelgas estudiantiles por el cambio climático
y su expansión a una velocidad vertiginosa a lo largo y ancho del mundo
sean nuestra mejor (y probablemente última) esperanza para evitar una
catástrofe, sino también por el devastador impacto que podría tener
sobre estos jóvenes, que a tan temprana edad verían como su campaña
fracasa y sus esperanzas se desvanecen.
Si queremos
contribuir al éxito de este movimiento, deberíamos preguntarnos por qué
otros anteriores han fracasado. Deberíamos preguntarnos, por ejemplo,
por qué el movimiento Ocupa Wall Street se disolvió mientras que las
instituciones que criticaba se mantienen intactas a pesar de los
esfuerzos y el sacrificio de muchos. También deberíamos cuestionarnos
por qué el movimiento por la justicia global
de finales de la década de los noventa y principios de este siglo no ha
cambiado el mundo, pese a su magnitud y al valor y determinación de sus
impulsores. Y cuestionar por qué Podemos, el partido político español
que subió como la espuma gracias al optimismo del movimiento de los
indignados, ahora parece que se está desmoronando debido al cruce de recriminaciones entre sus líderes.
Tengo la sensación de que los que hemos sido testigos de
estas decepciones tenemos el doloroso deber de exponer las causas de
estos fracasos de la forma más honesta posible, para evitar que se
repitan. Muchas de mis propuestas son discutibles y no puedo prometer
que esté en lo cierto. Así que mi primer consejo sería: compara mis
opiniones con las de otros.
Una de las tareas más
determinantes de cualquier campaña es construir una narrativa; una
historia breve y sencilla que explique dónde estamos, cómo llegamos aquí
y hacia dónde tenemos que ir. Si seguimos la estructura narrativa común
a casi todas las transformaciones políticas y religiosas que han tenido
éxito, la del movimiento estudiantil para frenar el cambio climático
sería algo así: «El mundo se encuentra sumido en el caos climático,
causado por las grandes compañías de hidrocarburos, los multimillonarios
que obtienen sus beneficios y los políticos a los que han comprado. Sin
embargo, nosotros, héroes jóvenes, nos enfrentaremos a estos oligarcas,
con nuestra autoridad moral como arma para levantar un movimiento tan
grande y políticamente peligroso que nuestros gobiernos se vean
obligados a poner fin a la economía basada en la los combustibles
fósiles y a recuperar las condiciones propicias para que los humanos y
otras especies puedan prosperar».
Creo que esta narrativa se vería muy reforzada por los recientes hallazgos que sugieren que la recuperación ecológica (restaurar los bosques, las marismas, las turberas, los fondos marinos y otros ecosistemas esenciales para el planeta) podría contribuir significativamente a prevenir la degradación del clima, al extraer dióxido de carbono de la atmósfera (escribiré sobre esta cuestión dentro de unas semanas, cuando haya leído más sobre estos hallazgos). Un movimiento exitoso también debería definir un objetivo claro y tangible; tal vez una fecha concreta en la que los países alcancen una economía libre de emisiones de carbono.
Podría recomendar una hoja de ruta, como una versión
ampliada del nuevo acuerdo verde propuesto por los demócratas más
progresistas. En este caso, tendría que establecer una serie de
indicadores para evaluar si los gobiernos van o no por buen camino. Así
se garantiza que son los activistas, y no el gobierno, quienes siguen
fijando el orden del día. Este objetivo debe fundamentarse en un
conjunto de principios irreductibles que puedan ser explicados y
difundidos con orgullo y convicción. He aquí un par de ejemplos
posibles: «La vida humana no es negociable, no se puede cambiar por
dinero» y «las generaciones que aún no han nacido tienen los mismos
derechos que las que ya están vivas.»
Unos principios claros parecen ser una condición esencial para que un movimiento tenga éxito a largo plazo. Un fascinante reportaje publicado en la revista digital Truthout explica
cómo los indígenas que viven cerca del lago de Texcoco en México se
opusieron al proyecto de construir un aeropuerto internacional; uno de
los mayores proyectos de infraestructura de América Latina, valorado en
13.000 millones de dólares. Se resistieron durante 17 años y, contra
todo pronóstico, lograron imponer su criterio. La campaña se basó en el
principio de que su tierra y su comunidad no estaban a la venta, por
mucho dinero que se les ofreciera. Con este argumento, el gobierno
mexicano solo tenía una opción: el uso de la fuerza. Sin embargo, se
habían tejido organizaciones comunitarias tan fuertes y tenían a tantos
mexicanos de su parte que el uso de fuerza dejó de ser una opción.
De
esto se desprende otro elemento crucial: que la unión entre los
miembros de este movimiento sea tan sólida que pueda resistir todos los
intentos de división y coopción. Estas comunidades no surgen por
accidente, sino que se construyen consciente y cuidadosamente, a menudo
con la ayuda de formación, música y diversión. Deben ser lo
suficientemente fuertes como para ayudar a aquellos miembros que puedan
sentirse desesperados, agotados o que puedan derrumbarse, especialmente
cuando la reacción a sus protestas se vuelva desagradable. De hecho, los
políticos y los medios de comunicación han empezado a hacer circular teorías de conspiración
que sugieren que detrás de este movimiento estudiantil se esconden
fuerzas siniestras desconocidas: después de todo, ¿cómo es posible que
estos chicos estén organizando estas huelgas sin la ayuda de nadie?
Con solo 16 años y liderando una batalla
Greta Thunberg, cuya huelga escolar desencadenó este movimiento, ha escrito una respuesta mucho más digna y madura que los artículos que la atacan.
Lo cierto es que no han hecho más que empezar. Como algunos de
nosotros podemos atestiguar, la crueldad de los grupos de presión
financiados por el sector de los combustibles fósiles (y de las
publicaciones que difunden su mensaje) no conocen límites. Como ya hemos
visto, creen que atacar a los chicos es juego limpio. En respuesta, yo
propondría que los estudiantes en huelga por el cambio climático definan
una estrategia de combate para dejar a sus oponentes sin munición.
En
mi opinión, al movimiento por la justicia global le perjudicó
enormemente su incapacidad para excluir o contener al llamado «bloque
negro» Integraban este bloque personas vestidas de negro, algunas de las
cuales acudieron a las protestas preparadas para pelear y a menudo
destrozaron tiendas de barrio. Debido a este comportamiento el apoyo
ciudadano fue disminuyendo gradualmente. Algunos miembros de este
movimiento creyeron que podían fijar las reglas de juego que quisieran y
creo que es una actitud que no se puede consentir.
Un
buen ejercicio es el preguntarse qué es lo que más les gustaría a las
autoridades y a la policía que sucediera, y luego hacer lo contrario.
Les encantaría que surgiera una facción violenta que erosionara la
credibilidad de los jóvenes huelguistas y les proporcionara una excusa
para enviar a los agentes antidisturbios y disolver las protestas. Nunca
les sirváis esta excusa en bandeja.
Para que un
movimiento tenga éxito también es necesario un modelo de organización
que le permita seguir creciendo. Un enfoque prometedor es una Gran Organización,
a través de la cual los activistas crean redes de las que surgen ramas
que, a su vez, forman a las ramas que nacen de ellas. Contribuyó a que Alexandria Ocasio-Cortez se convirtiera en la congresista más joven de la historia de los Estados Unidos.
Necesitan tácticas inteligentes, divertidas e innovadoras que
sorprendan a sus adversarios y mantengan el nivel de entusiasmo. Creo
que siempre es mejor que un reducido número de personas definan la
narrativa, los principios y la táctica a seguir y que más tarde un grupo
más amplio las apruebe. Fui testigo de cómo el movimiento Ocupa Wall
Street se empantanó en el imposible proceso de desarrollar políticas
complejas por consenso.
Les hemos dejado a los jóvenes
un gran marrón. Sin embargo, hay adultos muy curtidos, algunos con
mucha más experiencia que yo, que están dispuestos a ofrecer consejo y
ayuda. Cualquier apoyo debe respetar los términos de estos jóvenes:
ellos lideran, nosotros seguimos. Lo cierto es que cargan con una
responsabilidad enorme, es una lucha que no pueden permitirse perder. Y
si lo desean, les ayudaremos a soportar este terrible peso.
Por George Monbiot, Traducido por Emma Reverter. Publicado en: eldiario.es el 24/02/2019.
La joven sueca Greta Thunberg en la reunión del World Economic Forum el 25 de enero de 2019 en Davos.
Leo esta mañana en la prensa británica que el movimiento estudiantil iniciado por Greta Thumberg
en Suecia, y que movilizó a 75.000 estudiantes en Bruselas, llega este
viernes 15 de febrero a Gran Bretaña. Una corriente eléctrica me ha
recorrido la columna vertebral, he dejado lo que estaba haciendo y me he
puesto a escribir. Los estudiantes harán huelga y se manifestarán
exigiendo la declaración del Estado de Emergencia Climática
y una campaña para educar al pueblo británico sobre la gravedad del
Cambio Climático en curso y sobre las medidas urgentes que es preciso
emprender.
Me impresionó el vídeo de la intervención de Greta Thumberg en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2018,
celebrada en Katowice del 3 al 14 de diciembre. Pidió a los
responsables políticos hablar claro, sin miedo a ser impopulares, sobre
las amenazas del Cambio Climático y sobre los cambios que debíamos hacer
y no estamos implementando para incidir significativamente en el
problema. Su determinación, la rotundidad de su mensaje, me cautivaron y
me hicieron dudar de que pudiera estar escuchando a una chica de quince
años.
La historia de Greta Thumberg comenzó cuando un día,
teniendo ocho años, oyó en la escuela hablar de la amenaza del cambio
climático y de que no estábamos haciendo lo suficiente. Lo contó en casa
y sus padres la apoyaron y la ayudaron a investigar sobre el tema. Un
día decidió que si los líderes mundiales seguían sin hacer nada era
necesario pasar a la acción y comenzó una movilización estudiantil en
Suecia, que llevaba a suspender las clases los viernes para ir a
manifestarse frente al Parlamento exigiendo del Gobierno medidas
efectivas para cumplir con los compromisos de lucha contra el cambio
climático.
«Contamos con los recursos y el tiempo»
Hay
que decir que los científicos del panel de Cambio Climático de la ONU
ya no saben qué hacer para que les prestemos atención ante la gran
amenaza que se cierne sobre nosotros. El informe que se debía haber
aprobado en esta cumbre y no se aprobó decía lo siguiente: «Contamos con
los recursos y el tiempo suficiente para evitar que el calentamiento
global supere 1,5ºC, pero se necesita un esfuerzo sin precedentes. Si no recortamos tajantemente las emisiones industriales y de transporte, la temperatura global ascenderá a 1,5ºC
en algún momento entre 2030 y 2052. Se necesitarían cambios de gran
alcance y sin precedentes en cuestión de energía, industria, transporte,
agricultura, ciudades y edificios. Llegar a reducir alrededor de un 45%
las emisiones globales de CO2 de origen humano en 2030, respecto a los
niveles de 2010, y lograr el cero neto en 2050”.
La pasada campaña andaluza centré mis intervenciones en poner en primer plano dos cosas: la necesidad de hablar claro, como demanda Greta, de no ocultar por riesgo de parecer impopulares la amenaza a la que nos enfrentamos, y la de las propuestas para hacer frente a la crisis climática y crisis eco-social en todas sus manifestaciones. Con medidas que nos permitirían vivir mejor, de forma más saludable, generando empleo, haciendo de nuestra gran amenaza la mayor oportunidad en la gigantesca tarea de cambiar rápidamente el modo en que generamos energía, nos movemos, nos alimentamos, producimos y consumimos y organizamos nuestros edificios y ciudades. No tuvimos altavoz y pasamos desapercibidos. Y esto me hizo concebir un reto que parece improbable pero que es posible: lo mismo que parecía improbable que la Ola Trumposa llegase a España y lo ha hecho con fuerza desde Andalucía.
Se me ocurrió poner en práctica un pequeño experimento
que podíamos hacer con pocos recursos. Diseñamos una octavilla a doble
cara: en la cara A con el titular de la intervención de Greta Thumberg,
la imagen de su intervención en Katowice y el texto íntegro de su
intervención. En un reino en el que nos dicen que no se lee, es un
atrevimiento arriesgado. Pero el discurso de Greta no sólo no tiene
desperdicio, sino que atrapa desde el primer instante. En la cara B, una
breve y sintética cita de las conclusiones del panel científico que
fueron ignoradas por los líderes mundiales encabezados por Trump. A
continuación, nuestras medidas, extraídas de ese programa que
presentamos a las elecciones andaluzas y que pasó tan desapercibido a
los votantes como las advertencias de los científicos. El sábado tuvimos
la oportunidad de poner a prueba el experimento y funcionó bien,
especialmente entre la juventud y entre familias que paseaban con sus
hijos e hijas.
La pregunta es: ¿puede el movimiento
juvenil por el Clima que se está extendiendo por Europa arraigar en
Andalucía en particular y en España en general? Va a depender de
nuestros jóvenes, pero presiento que va a ocurrir, ya se están
organizando. En cuanto se les habla claro entienden perfectamente que
les estamos negando el futuro y no se van a resignar.
1#HuellaEcológica de Sevilla. Álvaro Reyes de la Rosa, 2016
El
viernes 8 de marzo recibí la visita en mi aula de arquitectura, de un
grupo de jóvenes de un centro de secundaria de La Barzola. Su profesor,
antiguo alumno mío, quería que les hablase de sostenibilidad. No habían
oído el término así que lo construimos desde cero a partir de sus
aportaciones. Sostenibilidad tiene que ver con lo que se sostiene, lo
que no se cae, respondió una chica.
¿Qué es lo que no
se puede caer? Aquello que sostiene la vida, les di esa pista. ¿Y qué
es? Me respondieron: el agua limpia, el aire puro, los alimentos, … el
trabajo para conseguir los alimentos y una casa… ¡Ya está! Soy profesor
de dibujo en tercer curso de arquitectura y les impartí una charla a la
que titulé “12 lecciones de dibujo y algo más”.
2#CambioClimático Alejandro Antonio Ayala Carmona, 2018
A
través de los dibujos de mis estudiantes repasamos doce ideas para
promover ciudades más sostenibles. Mis estudiantes tenían que trabajar
con ideas nuevas para ellos y hacer dibujos expresivos para comunicarlas
a la sociedad. Empezamos hablando de #HuellaEcológica y seguimos por
#CambioClimático,… llegados a este punto entró Greta en escena, su
discurso, la movilización que encabeza y que desde Suecia, los viernes,
se ha extendido a Bélgica, los jueves. Una chica me interrumpió y
afirmó: nosotros la vamos a hacer los miércoles. ¡Ya está! Seguimos
hablando a través de los dibujos de decrecimiento, movilidad sostenible,
caminos escolares y pedibuses, ecobarrios, … Cuando terminé de
presentarles los 12 dibujos les volví a preguntar: ¿Qué es entonces
sostenibilidad? Y una chica me respondió: hacer las cosas mejor de cómo
se hacen.
Es sólo una anécdota, sólo son dos pequeños
experimentos. Pero miro con sorpresa el movimiento de la generación
Greta y pienso: es nuestra última esperanza, no hay tiempo para otra
oportunidad. Van a necesitar el apoyo de los adultos. Va a ser necesario
que, en España, que andamos metidos en un círculo vicioso de mentiras y
odio como vía para obtener rédito político, pasemos a dejarnos
interpelar por los jóvenes y nos sumemos a su ola. A la Ola Verde que
recorre Europa y que puede significar nuestra última oportunidad. Que
políticos, periodistas, artistas y educadores asumamos nuestra función
social en estos momentos clave y nos unamos a la causa de la
supervivencia de la humanidad, fundada en grandes valores de la
solidaridad y la cooperación, de los cuidados mutuos y del cuidado a la
naturaleza de la que dependemos para sostener la vida humana y no
humana.
Los científicos no son milenaristas ni
apocalípticos. Simplemente están acumulando evidencias que son
abrumadoras que apuntan al colapso climático, energético, alimentario,
poblacional, de la biodiversidad…
Como dice Greta Thumberg: nos estamos quedando sin tiempo y os estáis quedando sin excusas. ¿Estamos dispuestos a asumir ese reto o les vamos a dar la espalda y vamos a seguir haciendo nuestros negocios como de costumbre? Cada una de las personas que habitamos en este mundo podemos hacer algo, ninguna somos demasiado pequeña para ser insignificante, como bien dice Greta. Pero unidas en un movimiento por la causa de la supervivencia de la humanidad es posible que lo logremos y que experimentemos que podemos vivir mejor y tener la tranquilidad de que puedan hacerlo también nuestros hijos e hijas, nuestros nietos y nietas.
Por Esteban de Manuel (profesor de la E.T.S. Arquitectura de Sevilla